lunes, 27 de febrero de 2012

El manual de un asesino (Parte VII)


11:00 a.m.
El joven se ha levantado, parece algo confiado, como si supiera que estaba planeado para su día, acude a su cocina y decide prepararse algo ligero para su tardío desayuno, el cocinar nunca había sido un conflicto para el, lo era el tener las ganas se hacerlo.

11:30 a.m.
El joven se ha dispuesto a ducharse, la noche pasada fue muy pesada y al arribar a su hogar solo pensó en llegar y dormir, y así fue, no hubo tiempo para algo más.

11:45 a.m.
Toma un traje de los que acaba de comprar, confeccionados a la medida de su figura, con una singular excepción, un sin fin de bolsillos muy discretos, los cuales le ayudarían a esconder toda evidencia.

12:00 p.m.
Prende el televisor en las noticias del meridiano, toma su celular y descarga de su Mail aquellos artículos que le quedaban por leer.

12:20 p.m.
Fue guardando todo en los bolsillos de su traje, el celular, la cartera, unas tarjetas, una fina navaja, unos guantes de látex, un pañuelo y al ultimo una reluciente bereta, era sorprendente como todo lo que iba poniendo en sus bolsillos se ocultaba tan bien, la pistola estaba en una funda que se adecuaba al traje, en el costado derecho un tanto hacia tras, todo estaba listo, solo faltaba chocar los últimos detalles.

12:40 p.m.
El joven fue hacia su escritorio, abrió uno de los tantos cajones y al presionar un botón muy bien disimulado un pequeño compartimiento se abrió, de ahí saco una foto que a diferencia de las demás, el joven la guardaba ahí para disimular, la saco y la guardo. Con cuidado dejando las otras fotos de marcas ensangrentadas de nuevo olvidadas.



1:00 p.m.
El día estaba cómodo, cuando salió a la calle, le brinco un resplandeciente rayo de sol acompañado de una fresca brisa que le alzo las puntas del traje, un día hermoso sin duda, o al menos el así lo creía ya que por paso que daba veía gente exaltada, gritando, corriendo, empujándose, tirándose, todo un caos en un día tan lindo, "Estúpida humanidad" pensó mientras seguía su camino.

2:00 p.m.
El desayuno ya había pasado, pero era la hora perfecta para comer, especialmente para el, una persona realmente ocupada.

2:15 p.m.
Esa fonda donde acostumbraban a comer su tutor y él se encontraba abierta, y con el clásico menú a la vista de todos, se encontraba al fondo de una calle pasando la estación del metro San Cosme, no era la gran cosa, en si no tenía mucho que la habían cerrado para hacerle unas pequeñas remodelaciones, por ellos sorpresa de que estuviese abierto. Paso y tomo asiento, a pesar de que el menú estaba escrito en un pizarrón afuera, ellos simplemente pasaban ya que la mesera que comúnmente los atendía les dictaba de nuevo el menú, aunque al parecer hasta las meseras habían cambiado.

2:35 p.m.
La nueva mesera había servido la entrada, el joven comía de su sopa mientras leía su recopilación de artículos en su celular. Al traer el plato fuerte la mesera, el joven dejo su celular con un articulo visible, a lo cual la mesera con especial curiosidad checo; "¿Usted cree qué sea tan grave?", el joven un tanto asombrado por su pregunta hecho un vistazo a lo que la muchacha había visto, era un publicación que hablaba sobre lo complicado que seria si el asesino en serie que atentaba en nuestro país entrara en la mente de los demás, provocando no solo a una persona peligrosa, si no a uno igual en todo el mundo,  "El problema aquí es que ellos lo ven como un simple psicópata que mata por gusto", sorprendida mientras serbia el agua la mesera volvió a hacer una pregunta, "¿Entonces usted que cree que es?", "No un qué chiquilla, si no un quién" respondió el joven mientras hacia un ademan de agradecimiento a la linda chica que lo atendía, "Yo pienso que el asesino no lo hace por cuestión de gusto, si bien te das cuenta sus últimos asesinatos no han sido víctimas al azar, es algo previamente planeado, algo trae en mente y sea lo que sea que trame, quiere que el mundo entero lo sepa", "wow" dijo la chica mientras sonría pícaramente, "Ese es un muy interesante punto de vista".

3:20 p.m.
El joven había pagado y estaba saliendo del local cuando la mesera le grito, "¡Joven!, ¡Joven!, ¡Ha olvidado su celular!", el joven retrocedió y dio media vuelta, agradeció a la mesera y siguió su camino, pero al guardar el celular en una de las tantas bolsas del traje se dio cuenta de que traía consigo una pequeña nota, la abrió y leyó, "Me agrado mucho su platica, espero y no le parezca algo atrevido lo que estoy haciendo, mi nombre es Sandra, me gustaría poder platicar de nuevo con usted en otra ocasión, le dejo mi numero y disculpe si lo moleste." el joven sonrió, guardo el numero en la agenda de su celular, le puso el nombre que ella le dio y doblando cuidadosamente la nota la guardo dentro de su cartera.

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